Nada turba mi paz tan cerca de esa Anatolia histórica.
El evitable, sano, recomendable, no hacerlo aunque confieso que a veces le doy un vistazo a eso que mis padres llamaban las noticias; en este caso de la prensa digital/electrónica, más noticias al fin y al cabo. Hecho un vistazo a NYT, WP, Guardian, le Monde, El Mundo, El País, ABC, La Razón, no necesariamente por este orden.
Lo hago por no perder el contacto, mantenerme desinformado, comentar o probablemente por un malsano e indigno cotilleo; mis inseguridades
Confieso que nada ha cambiado y sería un fantástico ejercicio de salud mental no leer, salvo buenos libros. Y es que un buen libro es un placer difícilmente superable.
En la paz de Apollon he finalizado el anterior y comienzo/repito la lectura de un clásico Josef Holzner, su biografía de San Pablo.
Es un personaje que me parece fundamental, moderno y eterno, así me lo enseñaron.
Lo llamativo no son sus viajes en aquellos tiempos, ni sus idiomas, inteligencia o cultura, le prepararon para ser un rabino en una familia acomodada. Lo que más llama la atención es su caída del caballo y como fué fichado según él para la causa de Aquel al cual perseguía.
Supongo que se pagó la cláusula y dejó de ser fariseo y perseguir.
Ya no tuvo otro remedio que viajar, en las condiciones peligrosas y precarias del siglo I AD sin Ryan Air, ni Desunión Europea, ni cruceros abarrotados, ni jet privado o yate a la orden; a puro huevo como ciudadano romano que no era moco de pavo. De todo lo que se cuenta y Pablo/Saulo narra en sus excelentes cartas, en su vida, lo de Damasco es el hecho fundamental.
Resulta que vas con el caballo, el Morgan o el Porche, y algo te deslumbra y te pegas un guarrazo. En ese momento tienes un sueño, un delirio, alucinación, pero sales con las ideas muy claras o lo suficiente. Das un giro copérnico a tu vida y todo tiene sentido. Había un plan.
¿Por qué? ¿Cómo es posible?
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