El 14 de febrero es un día cinematográfico en serio y en broma, es el día de los enamorados. Podemos repasar la genial Some like hot de Billy Wilder, soñar, ver como empieza todo en Chicago en un garaje, como acaba en Miami, aunque el hotel Coronado esté en San Diego, cosas de Hollywood, del cine. Podemos ver otras versiones, más acordes con la realidad, donde todavía hay ciertas dudas sobre los autores, excepto que fueron ejecuciones contra la pared, ametralladoras Thompson, muy en boga, como armas favoritas. Hay siempre que incluir a Capone, como el capo que controlaba Chicago, detrás de los asesinatos. Nunca un garaje dió tanto juego.
Nunca he sabido quién era en realidad San Valentín, santo romano que ha tenido sus idas y venidas en el santoral católico, porque quizá no hay evidencias taxativas sobre sus hechos. Desde luego ha sido muy aprovechado por los grandes almacenes de New York, si eres gringo, no regalas algo ese día, se te cae el pelo. Es como ir de luna de miel a las cataratas del Niágara, en un país donde el valor del matrimonio, en su sentido de para toda la vida, brilla por su ausencia. A nosotros nos llegó San Valentín con George Rigaud, un actor argentino que aterrizó en las Españas de 1959 para hacer "El día de los enamorados", de Fernando Palacios, cineasta de varios éxitos merecidos. El señor Rigaud encarnaba a un santo con encargos terrenales, elegante, buena planta, casi de Hollywood, simpático, con ascensor hacia el cielo. Encantando a las dependientas de ese Madrid que pretendía también volar como el ascensor de la Plaza de España, que ganaba copas de Europa, aspiraba a ser europeo, albergaba sueños, salir de una especie de larga reclusión internacional, dejar el blanco y negro, progresar. Era otra Europa, otro mundo, todo a plazos sin tarjetas ni smart phone. Tuvo tanto éxito, que hubo secuela y el actor se quedó a vivir en esa España. Quizá San Valentín, aquel Valentín, trajo un poco de glamour al buen españolito, a todos, o esperanza. Yo, equivocado, pensaba que era catalán, también, como Alejandro Magno, Napoleón o Buonarotti.
Feliz día a todos los seguidores.
ResponderEliminarJajajaja, muchas gracias por acercarnos a las sensaciones del Madrid de los 60. Para los nostálgicos que vivimos el presente es nuestro regalo de San Valentin. Por cierto voy rápido a comprarle algo, que si no, me la juego!
ResponderEliminar