A los soldados les ordenan tomar un objetivo, las posibilidades son muy escasas, habrá muchas bajas.
La película de Kubrik lleva por título original Paths of glory, 1957, está basada en una novela, supone su consagración en Hollywood, tras The Killing, luego Spartacus, y el regreso a UK. Allí Kubrik intentó ser Kubrik.
La quise volver a ver, porque hablando de 1917, la de Sam Mendes, alguien me susurró: eso no es novedad. Es una película corta, 85 minutos, para los tiempos de hoy, intensa, triste, dura, de calidad. No ganó ni un BAFTA, ni lo del gremio de guionistas, no fue nominada, hoy es historia de calidad del cine. En su momento fue calificada como anti militar.
Lo cierto es que los militares, generales, el coronel, oficiales, cabos, soldados, son protagonistas en esa terrible guerra de trincheras, operaciones, consejo de guerra o ante el paredón. Como dice un teniente, amigo de uno de los condenados que tiene miedo a morir fusilado: "vas a morir de todas formas y muchos de nosotros antes de que esto acabe" o algo similar.
No hace falta ir a la guerra, en esta época de coronavirus, en esta España de confusión, desintegración o integración, coalición o entrega, caminamos por unos senderos que no parecen de gloria. Los políticos de Paris, la prensa de Francia, aparecen como actores que no mueren, no sufren, siguen comiendo, bebiendo, haciendo sus cosas, los de las trincheras sólo piensan en regresar a casa vivos o no muy destrozados. Afortunadamente no hay guerras como esas, no debería haberlas de ningún tipo, sin embargo me temo que si hay soldados, gente que se ve en circunstancias no buscadas donde o da un paso al frente o le acusan de cobarde, en muchos casos haga lo que haga. Y me temo que hay algunos, en alguna parte, que dirigen un cotarro similar, que no se manchan, que son como los de Paris.
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