domingo, 1 de diciembre de 2013

La vuelta a los principios.

Cuando existen penurias económicas es difícil pensar en otras cosas, la prioridad es dar de comer a los nuestros. Vivir se convierte en una necesidad inmediata, ya no preocupa el futuro sino el día a día, porque si no tenemos un duro ...¿de qué vamos a vivir?
Al Estado le pasa igual y sus responsables se afanan en sacarnos de la situación compleja, europea e internacional con los acreedores detrás, que como buitres buscan lo suyo. mientras el puebo nace, se reproduce y muere. La vida continúa.
Y los pequeños de hoy serán mayores algún día. Y se encontrarán con la cosecha de lo sembrado hasta ahora y lo que se ha sembrado no es muy prometedor.
Seguramente la situación económica mejore algún día, por las razones que sea. Lo que no va  a mejorar sin hacer nada es la necesidad que tenemos de movernos por principios democráticos auténticos no por intereses partidistas, particulares o individuales. Este virus es mucho peor que cualquier deuda o cobrador del frac.
Lo cierto es que en los años de bonanza no nos hemos preocupado de fomentar los principios que hacen a una nación fuerte. No hemos combatido la corrupción, ni la independencia de los medios de comunicación públicos, ni creado un espíritu de servicio para el pueblo ni preocupado de mejorar la justicia y la independencia de los jueces. No nos hemos educado. Nos hemos conformado con repetir que somos una democracia y todos demócratas como si de repetirlo se llegase a serlo sin esfuerzo. No existe la sensación de que los que hablan en público estén por un afán de ayudar, colaborar, contribuir al bien común. Existe el sentimiento de que cada uno va a lo suyo, a lo del familiar y el amigo; que el esfuerzo es de los estúpidos y a vivir que son dos días. Hemos distorsionado la verdad, la realidad, borrachos de absurdos y destructivos discursos. Somos decadentes.
¿Y es tarde? No es tarde, es simplemente que estamos perdiendo el tiempo en intereses particulares en egoismos,  a nivel autonómico, de partido,a nivel del que se cree único, no al nivel del pueblo que es único. Seguramente es la regeneración que todo ser humano precisa.

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