Se murió Mandela el mismo día que se celebra el aniversario de la constitución en España, aunque no sé si lo hacen todos los españoles.
La muerte de Mandiba ocupa páginas de peródicos y horas de televisión. Un hombre de larga vida, con muchos años en prisión, otros en libertad, los útimos de gloria y reconocimiento y querido en el mundo. Tan famoso como Ghandi o Ernesto Guevara. Nadie se atrevería a decir algo en su contra ahora.
Un hombre bueno, que perdonó de verdad.
No creo que fuese un gran político, ni excesivamente preparado para los asuntos de Estado, pero tenía una bondad que no sé si era natural o la adquirió en su época entre rejas; en su época de lucha para que negros y blancos tuviesen los mismos derechos en el siglo XX. Al final derrotó a todos, incluídos los USA que le calificaron de terrorista hasta hace bien poco y presidentes y ex-presidentes US irán a rendirle tributo. O los británicos que no sé si de verdad intentaron matarle alguna vez pero que erigieron una estatua al negro en Wesminster.
Su personalidad es símbolo de lo que se puede hacer sin intentar engañar al pueblo y como la honestidad y la honradez junto a un buen ejemplo pueden hacer alcanzar a alguien la principal posición pública en una nación.
Quizás la alcanzó porque sólo tenía una idea, no tenía un programa y le bastaba con qué en su país hubiese igualdad de verdad.
Y a los políticos se les llena la boca al hablar de Mandela y menos se llena el alma de deseos como los que él albergaba. Como siempre en la larga Historia de la Humanidad, estos hombres buenos seguirán ahí para que nadie capte su autenticidad y sigamos su ejemplo, que es lo importante.
En España se celebra la Constitución de 1978 y hay muchos posturas para solucionar nuestra convivencia que en principio debería ser más sencillo que la lucha por la igualdad en la República de África del Sur.
Y es que se ve mejor la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio.
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