viernes, 9 de diciembre de 2016

De cartas, traperos y gente boca abajo.

No me sorprende la carta de los de Bildu a la embajada USA en Madrid para que se la remitan al presidente-electo Trump; todo el mundo puede felicitar, aunque me gustaría ver la cara que pone quién abra la misiva, si es que llega a salir de España, claro que ¿Quién será el funcionario? ¿Qué cultura? ¿Qué nivel? ¿Recomendará  a las de Bildu que vayan a la peluquería o a ellos que cambien su look? ¿En que extraño habitat viven los de Bildu cuya evolución consiste en cambiar de nombre?
Son como esas bromas del día de los Inocentes.
Allí en los USA están con las compras navideñas y entre twitters, que parece el medio cultural por antonomasia. 
Se ha muerto John Glenn, y Kirk Douglas ha alcanzado los 100 años, records y vidas largas en los dos individuos. 
Douglas nunca fue de mis actores favoritos y con el tiempo aprendí a valorar su saber hacer, más que su mandíbula fuerte y su cuerpo rocoso, su sonrisa llena de confianza y el optimismo del que ha luchado y sobrevivido con suerte, emigración, guerra y hambre incluidas, como el hijo del trapero.
Dicen que es el superviviente de la Edad de Oro del cine, y eso es cierto, quedan muy poquitos de esos tiempos. Su vida se llevará algún día a la pantalla.
Glenn fue Infante de Marina, piloto, astronauta y senador y como muy americano, muy de la guerra fría. 
Reconozco que no era my cup of tea; seguramente la culpa la tiene el libro The Right Stuff y la imagen que dan de él, así como en la peli del mismo título. Me quedo más con los pilotos de la Navy. Al final de todos los del proyecto Mercury, Glenn fue el primero en dar una órbita a la Tierra, llegó a senador, volvió al espacio con record de edad y pudo haber sido presidente ¿Por qué no? 
Siempre depende de varios factores y el listón no está por las nubes, que digamos y nunca lo estuvo.

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