lunes, 18 de diciembre de 2017

Bombos, zambombas y papeletas.

Está cerca la Navidad y, para los que creemos que aquel Niño es Dios, significa un tiempo de esperanza. Son las fechas más relevantes del año, junto a la Pascua de Resurrección, el principio y la constatación.
Mientras el mundo real, el de las noticias, sigue a lo suyo, como siempre ha sido. 
Esta semana cierto futuro quedará marcado, en las Españas, por la elecciones autonómicas, el sorteo de la lotería y el Madrid-FC Barcelona. 
La vida cambiará para algunos pocos, aunque tampoco demasiado. Aquellos que sean agraciados con euros (si no han regalado/cambiado participaciones) saldrán en la imágenes descorchando cava (no estoy seguro debido al origen del producto o sidra El Gaitero), normalmente son unos dineros que vienen bien para tapar agujeros. El fútbol dará tres puntos a uno o se repartirán con un empate. En cualquier caso la Liga está muy difícil para nosotros, porque hemos perdido ya muchas oportunidades.
Lo del resultado de las elecciones en Cataluña tiene poca enmienda, porque, digan lo que tengan a bien decir, hay un grupo (peleados entre ellos) con la teórica única idea común de independizarse de España. El resto les importa un carajo.
Este mundo nuestro, propio, tan pequeño, casi tan cateto/acomplejado como el de Pep Guardiola, no cambiará y además, el mensaje del Niño-Dios nunca fue sobre asuntos políticos, futboleros o económicos, se refería al como llevar esto de la condición humana y ser feliz.
A veces lo hemos percibido en detalles, expresiones, comportamientos de propios y extraños que nos han llegado al corazón, normalmente desinteresados e incomprensibles, como los niños.

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