lunes, 26 de marzo de 2018

Domingo de Ramos, cuando no se iba tanto de sol y playa.

Vacaciones, hay que coger vacaciones que estamos muy cansados.
Hoy empieza la Semana Santa, conmemoración, celebración de días de gran intensidad para esa gente que cree que Cristo era Dios y que en Jerusalén, hace más o menos 2012 años y, quizá entre el 2 y 9 de abril adaptado a nuestro calendario, pasó aquella tragedia, murió un inocente. 
Las cuestiones importantes, fundamentales, son cuestiones de fe, creer o no creer y, como dice San Pablo, si el domingo próximo no ocurrió nada, poco vale esa fe, lo más hermoso del sepulcro es que está vacío. Ahora bien ocurrieron ciertos hechos, hay evidencias históricas de un procurador-llamado Pilato-, leyes romanas de su Imperio, legionarios, la crucifixión como pena de muerte, un sumo sacerdote Caifás, un rey Herodes Antipas, un tal Barrabás, un templo bello, tradición y esperanza hebrea por un mesías liberador. Una colina-llamada Gólgota-, muy cerca de la ciudad santa, la Pascua judía, y la población de la ciudad multiplicada para la fiesta, olor a carne quemada y animales sacrificados.
Este domingo de ayer un galileo entró en una borriquilla, que nadie había montado jamás. No fue un recibimiento, como el del Atlético de Madrid si ganase una Champions, fueron más bien niños con ramas de olivos. El galileo llegaba de Betania, la aldea cercana donde se alojaba. Allí había resucitado a su amigo Lázaro con premeditación y alevosía, delante de todo el mundo-incluso dejando que pudiese oler por los días transcurridos-, los que le seguían con esperanza y los que iban detrás de él con malas intenciones. No había vuelta atrás, cada vez le quedaban menos fieles y en cuatro días le iban a dejar solo-absolutamente solo, incluso preguntó a su Padre porqué le había abandonado-, uno de ellos tomando parte activa con su traición. Si hubiese huido a Galilea, probablemente no hubiese acabado de esa manera.
Decidió entrar en la ciudad, predicar en el templo, exponer sus verdades y correr riesgos para que decidiesen acabar con un personaje incómodo, muy incómodo, que  venía a cambiar el mundo.
Todo se cumplió y lo bueno es que fue todo.

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