lunes, 19 de noviembre de 2018

Macron evita Zaventen, tráfico aéreo, terrestre y chocolate negro.

Hoy lunes se preveía como día caótico en Bruxelles, donde hay muchos a causa del tráfico, un par de grados y humedad alta. No era por una Cumbre Europea o NATO, sino por la visita de Macron ( que utilizaba el TGV) y las obras, cuando cierran los túneles es mucho peor y obras ha habido siempre y duran mucho. 
No obstante: "another lovely day in paradise", como me decía siempre un alemán al llegar al curro. 
Cada vez hay más funcionarios en Bruxelles, las casas suben de precio, el tráfico los días de diario empeora, los belgas se van a vivir al campo y alguien hace mucho dinero. Claro que peor sería ver los Panthers alemanes en la comuna del Woluvé Saint Lambert. 
Hemos llegado al nudo gordiano del siglo XXI.
El aeropuerto de Bruxelles, Zaventen, es, siempre fue, un tanto caótico, sus slots son peligrosos. Hoy en día, tras los atentados de hace dos años, han intentado modernizar y optimizar las instalaciones terrestres, para que privase la seguridad que nunca fue tenida en cuenta demasiado. La pretendida capital de Europa es en realidad un pueblo de elevado nivel de vida que mantiene sus costumbres y está lleno de extranjeros con dos lenguas oficiales, el inglés chapucero de muchos, y la vida confortable de coches de calidad, vinos franceses, chocolate y mucho desolé para justificarlo todo, incluso una anciana avispada colándose para comprar pan porque le da la gana. 
Digo adiós a Hilton, la perra sabia de mi existencia, parece comprender que esto no tiene mucho remedio

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