sábado, 10 de noviembre de 2018

¿Era Ava Gadner tan guapa? ¿Juan Perón tan...?

No todo está tan claro como debería, aunque tampoco sé si alguno vez lo estuvo. El jolgorio político de las Españas, entre el procés, los restos de Franco, las corrupciones repetitivas, los medios, la Justicia y la condición humana que rodea todas estas actividades dista mucho de proporcionar sosiego interior al alma.
Supongo que va por fases, de la Historia, países, personas. 
La vida es corta, fugaz, para las personas, se puede llegar a los 70, 80 o 90, incluso más allá pero ¿cómo se llega? ¿Cómo se ha vivido? ¿Cuales son las marcas imborrables?
He visto esa nueva serie sobre Madrid, Ava Gadner, toreros, Rastro, gitanos, flamencos, alguna cabra que se cuela en una fiesta, el Viso, el principio de los sesenta, Samuel Bronston, el cine. Unas criadas que curran mucho, un chófer cara y golfo, la vida por unas bragas usadas auténticas de Ava (que vaya usted a saber). El inglés sin hablarlo, la broma de Evita Perón como versión hispánica del nombre Ava, interpretación de unos ladrones burdos, equivocados de domicilio.
Tiene detalles de humor que me hicieron sonreír, sobre todo con el matrimonio de barraca de feria de la Pampa compuesto por sus vecinos Juan Perón, Isabelita y la criada que es un homenaje sincero de interpretación a Laly Soldevilla. No se lo que pensará un argentino equilibrado.
Ava, probablemente ya no era tan bella, bebía como una cosaca, fumaba, y debía tener una capacidad innata para el jolgorio, su bienestar era estar rodeada de gente y superar algo que le pasó cuando más daño hace. Lo malo es que da la sensación que en el fondo seguimos suspirando por todo lo que rodeaba a Ava que no es más que la artificialidad en la que te ocultas para sobrevivir.

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