viernes, 11 de enero de 2019

Flaca memoria, meollo del asunto.

Política y fútbol, así titulo este despropósito, que es como una gimnasia matutina diaria. 
No resuelvo nada, no tengo poder. Lo peor es que veo que pocas cosas cambian en ambos asuntos y sin duda el trascendente, el necesario para el ciudadano, el trágico, es el de la política, donde los que se dedican a ella van superando etapas de ridículo inimaginables y siguen felices de haber conocido en las fotos. En España, y en los de fuera, que hace, no mucho, algún ejemplo daban. 
Los análisis en ambas disciplinas adolecen de falta de profundidad, la mayoría son oportunistas, vacíos, buscadores del efecto inmediato, como si hoy ganase uno y mañana otro, sin nada que rascar. 
Te cuentan una historia que has vivido llena de tópicos y el personal se lo cree. Dejemos a un lado la política.
Como es lógico me preocupa el Madrid. El que siga estas líneas puede ver lo que escribía hace una año, o dos, o tres, todos en los que se ganó el trofeo mundial por antonomasia. Ahora, a falta de goles/profundidad en ataque/definición se suman otros defectos/problemas personales/estados de forma que abren las puertas a la juventud divino tesoro y hay que renovarse. Nada es eterno.
Siendo el Madrid un algo que me gusta, como el amor a una mujer en mi caso, no pasa el dilema de una situación, que tarde o temprano volverá a su sitio. El verdadero problema es que en esto del fútbol europeo pesa a la larga el dinero/control que viene de inversores extranjeros (véase la "famosa" Premier o Francia e Italia ).
¿Quién compraría el Real Madrid? ¿A qué precio? ¿Estadio, Ciudad Deportiva, marca global? ¿Qué pasaría con las mocitas madrileñas? ¿Existen? ¿Bezos, Gates, Buffet, Arnault, nuestro señor Ortega, o el reino de Arabia Saudita? Quizá otro individuo menos conocido que es futbolero, otro que no es famoso,  pero le atare el glamour jamonero del palco. Antes de ese supuesto, el presidente Florentino, o señor Pérez, porque parece que le conocemos de toda la vida, toma sus decisiones, acierta y se equivoca, pero además de que entre la maldita pelotita, esta el hecho del futuro. Ahí debemos mirar mientras disfrutamos el presente, nuestra vida.

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