miércoles, 4 de marzo de 2020

El regreso del Corinnavirus.

No todo viene de China, hay células congeladas, organismos con vasos comunicantes que polulan por la vieja y civilizada Europa, que residen en unos sistemas que guardan los secretos de medio mundo en cajas acorazadas o cuentas bancarias. Un país muy limpio, educado, silencioso, que lo misma da un un tipo que maneja con precisión un arco que un tenista maravilloso como Federer. Dicen que Suiza es necesaria, que si no existiese habría que inventarla, siempre hay alguien que necesita de sus servicios. Sus banqueros presumen de lo que carecen, en realidad no se lo que dicen o lo que ocultan. Ahora en estos tiempos de mascarillas agotadas que sólo son útiles si las utiliza alguien ya contagiado, una información revela un movimiento de 65 millones de euros que fueron a parar a esa conocida señora llamada Corinna...y su hijo, proveniente de nuestro rey emérito y a su vez del difunto monarca saudí. Una cantidad que permitiría a cualquiera salir de un apurillo. El anterior jefe del estado después de casi cuarenta años al frente de sus responsabilidades, con gozos y sombras, con la corona como aglutinadora, en tiempos complicados, se ve de nuevo en tela de juicio ante la opinión pública. La noticia utiliza el clásico ejemplo de la punta de iceberg que tanto daño hizo al maravilloso, grandioso, imponente e imposible de naufragar, RMS Titanic, en su primer y único viaje en el  Atlántico Norte. Desconocemos las consecuencias legales. Todo ciudadano debe responder de sus actos ante la ley.  Ahora bien señoras y señores  ¿qué se pretende en esa exhibida pureza que nos caracteriza?

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