sábado, 18 de diciembre de 2021

Por un puñado de sellos.

 


Hoy me ha tocado llevar un paquete a un US Postal Office, todos con mascarilla el servicio de correos en USA tiene fama de eficaz, se manda de todo, con lo de la covid-19 ha vuelto al candelero, al igual que los repartos a domicilio de todo, que el ritmo no pare no pare. Cuando llegué hacia el número 13, que a mi siempre me ha gustado mucho como a mi abuelo que lo pedía en los cines, su compañía mas querida fue la 13 en el Tercio, falleció un 13 a las 13 horas o sea la una de la tarde que todo se puede manipular. Al poco de llegar  una de los tres empelados en ventanilla puso un cartel de por favor vaya a la siguiente, despareció, caretos detrás de la mascarilla en el personal de la cola. La número uno era una dama que presumía trifulca, fue avisada (empleada asiática) que lo que pretendía enviar tenía que colocarlo en el envase adecuado. Se indignó, refunfuño, lo puso en otro sobre. volvió a otro empleado, Phil, se quejó pidió el libro de reclamaciones; Phil toreó el difícil burel; no había hojas de reclamaciones ni el supervisor que solicitó junto al nombre de la dependienta asiática, aquello iba subiendo cuando me tocó mi turno, las caras del personal se veían a través de las mascarillas. Pagué mis casi 19 US $ por un paquete a Brooklyn, no quise jugarme el pellejo en esa oficina donde se cortaba la tensión.

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