jueves, 30 de diciembre de 2021

Se va, se va.

Estamos a 30 de diciembre de 2021, año segundo de la covid-19 que nos coge con experiencia en estos menesteres, cierta cara de imbécil; el caso es que hay contagios para todos los gustos, estadísticas, cierto desconcierto, un pensar que la vida continúa, así deber ser porque el ser humano siempre ha estado en una carrera por la supervivencia individual o colectiva. No se si llega el momento de resumir este año que finaliza donde no observo nada que pueda presagiar un futuro mejor en el terreno de las sociedades que habito, excepto los jugadores que puedan llegar al Madrid para mejorar lo actual. Tampoco es un año muy distinto. No acabo de terminar el libro que estoy leyendo enfrascado en otros menesteres; hago el mismo propósito de la enmienda de mi peor pecado, defecto o conducta, que altera negativamente a mi prójimo, Si veo, habría que ser ciego, sordo, que se acerca un posible buen jugador al Madrid sin que ello resuelva los verdaderos problemas de otras facetas. En esos momentos me acuerdo de mi padre, futbolero, que siempre hablaba de antes de la Guerra Civil, de Gaspar Rubio, después de Zamora/Ciriaco/Quincoces todos a la vez, junto a Luis Regueiro, Lazcano y Emilin. Al final se rendía a don Luis Molowny, su partido ante Uruguay en el Mundial del 50, la imposición de los vascos en el equipo nacional para que jugase Panizo, el "Mangas' en Chamartín, las trampas del Atlético de Aviación, las historias repetidas, sencillas, breves. Ahora todo es más complicado, incluso se ficha sin dinero, se habla sin conocimiento, se vive sin valor, se piensa sin tiempo.

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