jueves, 16 de noviembre de 2023

Babuchas.


Supongo que me gustan las babuchas de mis tiempos de niñez en Melilla como El novio de la muerte, lo cierto es que nunca he utilizado unas, Bob si las usaba, Bob amaba jugar. El juego es un pasatiempo, afición, un vicio, una enfermedad llamada ludopatía pocas veces acaba bien...supongo que no se puede evitar. Hubo un tipo llamado Bob, Bob le flambeur en su idioma natal, francés. Vino al mundo con un as de diamantes en la mano según decía. Su vida fue muy agitada, le respetaban las señoras, golfos y la pasma, algún policía se sirvió de sus servicios. Dormía poco, fumaba como un carretero, nunca se acostó antes de las seis de la mañana, en esto somos iguales, aunque yo lo hice sólo durante dos temporadas intensas. Tenía clase, agradable, educado, generoso, respetuoso, sobre todo con los menos favorecidos, sin miedo a nada ni nadie. En su propio apartamento tenía una maquina tragaperras para distraerse. Exhibía sus códigos particulares, sus leyes, nunca se quejaba, hablaba poco, sabía detectar a las personas que valían la pena dentro de su turbio ambiente, honesto, a su manera. pero...perdía y necesitaba dinero como todos. Tenía éxito con las señoras, muchas gloriosas profesionales otras aprendices. Al final ganó. Jugaba constantemente con una moneda de doble cara y salió cara. Todos sabían que la cara era doble.  En casa llevaba babuchas.

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