En la vida, como en el fútbol, lo que tiene mérito, lo díficil verdaderamente, no es llegar sino mantenerse. A las naciones les sucede igual.
Veo, escucho, leo, los argumentos, razones para formar un gobierno de estabilidad y progreso, sin entender mucho porque no vislumbro la solución. Hemos tenido nuestra Historia que se remonta a siglos, hemos llegado al XXI en estas condiciones, entre las naciones más relevantes de esa Unión Europea llena de incógnitas con aparentes intenciones de estabilidad y progreso con un olor destructivo.
Mientras he visto un trabajo de reportage en TCM sobre Ava Gardner, su vida, destrucción. La bella Ava decía que le gustaba España porque era como ella, con los mismos defectos. Podría ser. No me atrevo a juzgar la vida de Ava, aunque no parece de felicidad, armonía, estabilidad, paz, suena a excesos, vorágine, huida, zozobra, realidad camuflada. Al mismo tiempo salían personajes, escenas, lugares, de esa España, Madrid sobre todo, de los 50 y 60, cuando eramos pobres, ignorantes, acomplejados, no se si infelices, pentacampeones de Europa, con 120.000 espectadores en Chamartín, toros en Las Ventas, Mr. Hemingway y Mr Welles abonados. A lo mejor tan abajo en el escalafón de las naciones que sólo se podía subir, escalar, alcanzar la supuesta cumbre, ahora cerca del límite nos empeñamos en ir cuesta abajo. Veo las caras de los actores principales, ellos y ellas, son vulgares, sin alma, lo que dicen sin sentido.
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