Se acerca el fin de año, ante tales noticias, pensando en un nuevo periodo anual, en el 2020. Existe la tendencia a resumirnos lo bueno y lo malo, a nivel nacional, mundial o por sexos, verdes o no, según Greta, la adolescente sueca, que a todos nos limpia. En España desde tan lejos no parece que haya cambios, tampoco hay gobierno escepto en funciones, en cuanto a lo importante nada ha cambiado. Da la impresión que lo último es conseguir un escrito de la abogacía del Estado pata justificar lo que se haga con Junqueras, poder ERC apoyar la investidura, es decir dependemos de unas frase, unas palabras, una versión fraguada por unos letardos de brillante oposición.
Ya sabemos que la política no es cosa de verdades, pero hay ciertos límites difíciles de sobre pasar. Me recuerda a los asuntos en la Inglaterra de Henri VIII, donde daba la impresión que todo giraba alrededor de un embarazo, un nacimiento de un varón sano que permitiese respirar a la institución. En nombre de esos deseos Inglaterra rompió con Roma, cambió su fe oficial, hizo al rey jefe de la iglesia anglicana, aunque no fuese un hombre de santidad, luego reinó una mujer, en una época extensa de gloria de la casa Tudor. Nos podemos imaginar a los políticos y políticas de ahora en barcazas por el Támesis, pidiendo a Tomás Moro que se plegase a las necesidades de la Corona, que todo es a la postre opinable...
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