martes, 27 de mayo de 2014

El dilema del político europeo-español.

Cada vez corroboro más que esto del fútbol y la política van de la mano. Uno e sun juego lo otro una necesidad.
La gran diferencia es que en el fútbol casi todo se basa en el resultado, en el gol en el penúltimo minuto que cambia la situación y da la vuelta a la tortilla. El fútbol es el arte de lo imprevisto según Panzeri y la política debería ser el arte de la anticipación.
Uno de los peores enemigos de las formas y el fondo de la política es el anquilosamiento. Supone una rigidez extrema que impide conectar con la realidad. Los principios y los fundamentos hay que tenerlos claros, porque los vaivenes políticos tampoco auguran buenas consecuencias; sin embargo no se puede dejar de observar la realidad, la situación y lo que piden los ciudadanos.
El partido político anquilosado se caracteriza por su burocracia. En lugar de un medio se convierte en un fin. Esta es una enfermedad que no deben padecer las organizaciones políticas que agrupan un número importante de votos, ya que corren el peligro se verse sustituidas por iniciativas que generan ilusión sin soporte estructural.
El dilema de los partidos políticos es evolucionar con criterio. El miedo a perder votos, la seguridad en acciones que garantizan apoyos, la falta de confianza, la falta de ideas y la inseguridad tienden al inmovilismo.
Cuando se reacciona es tarde. La necesidad de crear empleo, de crear futuro; la ausencia de ideas y costes a pagar por ser realmente europeos (no de palabra) y las iniciativas para dividir lo que tanto costó juntar, son asuntos tan vitales, que requieren anticipación en las acciones porque si no te cogerán en las patatas.

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