jueves, 15 de mayo de 2014

Puyol y el ejemplo.

Es  curioso lo que puede hacer una letra. Si pones una jota al apellido se convierte en Pujol, independientemente de la pronunciación en catalán y te puedes referir entre otros a un político, una saga política, una forma de hacer política, al cual llamaban honorable y aunque listo, no se muy bien donde guardaba el honor. Claro que los políticos siempre pueden argumentar que lo que hicieron lo hicieron por su país y no les quedaba más remedio que hacerlo, aunque el patrimonio de pronto se vea salpicado de buenas noticias.
Hay otro Puyol al que no llamaban honorable, sin embargo su honor estaba por encima de todo y lo demostró en el terreno de juego. Tanto que a mi siempre me gustó, el que más del FC Barcelona. Me gustó de siempre. Cuando otros muchos ponderaban a Ronaldinho o luego a Messi con sus goles y su juego genial, yo me fijaba en Puyol. Mis razones eran puramente futbolísticas. 
Le he visto tantas veces tirarse en el área a cortar un balón a Raúl, Ronaldo o CR7 evitando goles, anticipándose por velocidad y fuerza, que no me explico como tiene que retirarse para que aún no le pongan en su sitio.
Además siendo catalán no le vi nunca ningún detalle de esos que yo llamó estertores de catetismo trasnochado, como es tan habitual en compañeros de su equipo, que juegan en la selección o que nunca jugaron, o extranjeros, que porque llevan esa camiseta se contagian de ciertas posiciones y oficialismo y se convierten en seguidores provisionales de esos muchos otros pujols, antes de regresar a su país.
Supongo que cuando se tiene personalidad, buen criterio, mente sana sin complejos y un gran corazón de león como Puyol se puede ir con la verdad por delante , sin aspavientos.

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