jueves, 26 de febrero de 2015

El debate, el post partido.

No soy abonado del Congreso de los Diputados y por lo tanto no tengo asiento reservado para las sesiones parlamentarias; podría intentar ir como fui, haciendo cola, a aquel Debate del Estado de la Nación, cuando Don Luis Sánchez-Polack me pegaba que andaba muy malito y expresaba su genio en la radio. 
Nos levantamos muy temprano y en la calle Rosales hacía frío, pero entramos; la inmensa mayoría eran jubilados. Valió la pena, comprobé lo que ya sabía Don Luis era un genio y tiraba al aire los papeles para no seguir un guión y desesperar a Luis del Olmo y su soberbia original. 
En la radio no se ven esas cosas y nos dieron una lata de berberechos. Tampoco en la televisión se ven muchas cosas, si no las ponen.
El debate de la Carrera de San Jerónimo, entre leones serios de Marruecos, va por su primer tiempo y no se ha visto nada. Como no se contabilizan los goles supongo que todo el mundo dará ganador al de su cuerda. Siempre lo hacen así, tanto los medios de comunicación afines al gobierno o los deseosos de que cambie el gobierno porque cambie.
Aquí todo el mundo gana y no se porqué el pueblo llano tiene la sensación de que siempre pierde algo.
No hay figuras en ciernes, no se dedica a la política nadie que valga la pena y que tenga solamente ambición de ser "algo" en política.
El observador imparcial se pregunta ¿De qué discuten? ¿Realmente discuten? ¿Qué soluciones proponen?
Los de las bancadas respectivas aplauden como posesos, no siempre, y están atentos a que no les cojan sin aplaudir. Se llenan de tópicos, de alusiones al pasado, a hechos avergonzantes, como si la política fuese el arte de trasladar un comentario en un bar al hemiciclo de la soberanía popular.
No se yo si sería mejor pone runa buena película de Fran Cappra y ver si aprendemos.

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