lunes, 11 de mayo de 2015

Los profesionales.

No se ven muchos alrededor, no al menos como en la película de Richard Brooks, The Professionals, con duros de Hollywood de los buenos y la hermosa Cardinale.
Esos tipos tenían las características propias de los verdaderos profesionales: eficacia, seriedad, limpieza, discreción y resultaban muy caros.
Muestran un cierto excepticismo ante el comportamiento humano; el revolucionario ya no cree en la revolución y la compara con el amor a una mujer, con un enemigo común, el tiempo.
El maldito tiempo pone a todos en nuestro sitio y se echa de menos un ideal, una causa que te permita vivir, seguir luchando, hasta la muerte , que es lo único que nos une a todos. Lo explican en un diálogo en el desierto.
Luego en el desenlace final, al verdadero "malo" le dan con la puerta en las narices entre Burt Lancaster y el jefe Lee Marvin que le dice:
-"Yo seré un bastardo de nacimiento, pero usted se lo ha ganado con el tiempo", o algo así.
Ahora que nos encontramos en plena campaña electoral, de tópicos, desinformación, vulgaridades, encuestas, repetición de consejos de asesores profesionales,me pregunto.
¿Cómo debería ser un auténtico profesional de la política?
No encuentro buenos ejemplos entre los actuales, sólo en la nueva hornada de "profesionales de la política" hay alguno/a que parece al menos coherente; muy pocos para la cantidad de puestos a cubrir que parecen más un modus vivendi, u oposición al estado, que el llamado servicio al ciudadano.
Los de la película mencionada no se andaban con bromas, uno sentía más piedad por los caballos que por los seres humanos; otro sólo hablaba de dinero/mujeres/explosivos; el tercero no hablaba y disparaba flechas precisas; el jefe trataba de poner orden con cierto cinismo y sabiendo lo que se traía entre manos.
Ahí reside la diferencia, que dan la impresión los de la política, unos y otros, que no saben lo que se traen entre manos, si lo que les dicen sus asesores.

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