martes, 12 de mayo de 2015

Un finalista decidido.

Puedes esforzarte mucho a lo largo de la temporada, llegar a las semifinales de Champions, pero luego tienen que darse muchas coincidencias en los propios enfrentamientos y frecuentemente se aparece el fantasma de la impotencia. 
He visto esa sensación en el Bayern Munich, al cual nada le ha salido o muy poco, en la ida al final y en la vuelta; el FC Barcelona embalado, viento de popa, tanto que Messi salta en le medio campo y da un pase de cabeza fenomenal para la jugada de Suárez y el segundo gol. 
Además hay que ser preciso y con efectividad, principalmente eficacia cara a la portería, y que el portero contrario no sea tan bueno como Ter Stegen; que también los porteros son jugadores y bazas. Luego con la eliminatoria solucionada se relajaron, como si jugasen otro partido. 
Sigo pensando que los centrales del BM no son muy rápidos, que Schweinsteiger fue de lo mejor; el buen jugador que es Muller estuvo torpe toda la eliminatoria asumiendo demasiada responsabilidad; Lewandosky no fue el de los cuatro de cinco cuando jugaba en Dortmund; Lahm juega en ese extraña posición que le gusta a su entrenador; los laterales no superaron a sus contrarios y Thiago mejoró. Neuer, el fenomenal guardameta, no tuvo mucho trabajo.
El profeta, en el fondo, descansará contento porque el equipo de su corazón ha ganado y es que nunca se puede olvidar el primer amor.
Y los expertos piensan que ya hay campeón.
La otra eliminatoria se juega en Chamartín, una Juve con ventaja e ilusionada frente a un Madrid dubitativo, sin encontrar su identidad y poco afortunado en los detalles puntuales, los decisivos, lesiones, acierto cara al gol y buenas actuaciones del portero.
Veremos como rueda la dichosa pelotita.

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