sábado, 30 de mayo de 2015

Un país de pitos.

No voy a ver la final de la copa del Rey. Esto y en mi derecho y poco importa a la gente lo que yo opine, el mundo continuará; lo verán millones.
No me atrae el partido, aunque las finales, otras finales, muchas veces las he visto, sin atención cuando no jugaba mi equipo, pero dispuesto a ver algo o aprender. La final de la Champions, Dios mediante, espero verla.
El partido es la final de la copa del Rey, jefe del Estado constitucional; es el campeonato de España en versión eliminatorias, no por divisiones o categorías y es una competición emocionante, de vida o muerte, torneo del K.O. (frase de cursis); a veces un equipo muy inferior ha llegado a la final, aunque normalmente gana el que juega mejor, el que sus jugadores dan más.
No creo que vaya a descubrir a ningún jugador, ni me subyuga contemplar los goles de tridentes o fenómenos actuales.
No entiendo como los dos equipos finalistas (los que más copas poseen) se declaran anti españoles y son partidarios de independizarse del Estado Español como lo entendemos desde que somos la primera nación en la Europa moderna tal y como lo entendemos, desde el siglo XV; antes que cualquier, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia o cualquier otra.
No entiendo porque juegan este campeonato como no sea por razones económicas puras y duras.
No entiendo como esos jugadores, muchos internacionales españoles, no se sienten españoles y aceptan jugar en la selección nacional; es una razón, para mi muy poderosa, para no ver al equipo nacional con ilusión, aunque ganasen, porque intuía demasiada hipocresía y falsedad.
No entiendo porque van a pitar al himno, sólo una música sin letra, que representa a todos. 
No estoy dispuesto a sentir vergüenza ajena, ante obsesiones absurdas sin razón, al fin y al cabo sólo es un partido de fútbol.

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