lunes, 29 de junio de 2015

Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere ¿Qué pensarían los siete sabios?

No se como votarán los griegos, y desconozco cuantos votarán; alguno buscará una margarita como herramienta adecuada ante la escasez de argumentos sólidos de unos y otros ¿Cabeza o corazón? 
Los políticos helenos se expresan según su tendencia y los premios Nobel también, sobre todo los de economía, así que hay mucho despiste.
Al final del domingo próximo, cuando se haga el recuento veremos que sale y cuantos son los que apoyan la recomendación del gobierno, y en que proporción.
A mi me queda la sensación de tiempo perdido; de políticos que juegan con las palabras y tecnócratas que juegan con la gente; de mucho despilfarro y descontrol del gasto durante años y de mala educación en el sentido cívico.
¿No se podría haber hecho lo mismo hace cinco años?
El problema fundamental no está en Grecia, la víctima-culpable y gran perdedor; en juego está el futuro del Euro con casi todas sus consecuencias; la DesUnión Europea con todas sus incongruencias. 
Antes de firmar la Declaración de Independencia por los famosos 56 signatarios de 13 estados que constituyeron los Estados Unidos de América, John Adams dijo algo así como estar ante una situación única en la historia de la Humanidad.
Probablemente era cierto; los representantes de los 13 mostraban precaución, miedo, dudas, hasta el mismo Adams; todos sentimientos lógicos, pero América, los Estados Unidos podían presumir de tener una nueva tierra, un océano separando de Europa y el Reino Unido y una ideas que provocarían una revolución en el viejo continente.
Europa, la pretendida Unión no es tal, permanece anclada en la autocomplaciencia; quizás estos fracasos sirven para espabilar a sus señorías en los distintos países miembros; lo bueno es que Adams sabía lo que quería y Tsipras no estoy tan seguro.

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