miércoles, 23 de septiembre de 2015

En la catedral no se reza.

No en todas las iglesias se va a rezar, incluso hay un estadio en las Españas que llaman la catedral, porque hubo una época en que parecía que el fútbol, importado de las Islas Británicas, encontraba su máxima expresión del buen hacer de entonces en la gran hierba vasca.
San Mamés es un estadio nuevo y dicen que muy bonito, el público es el de siempre. 
Se jugaba el partido más importante de la temporada para ellos y el objetivo clásico es ponérselo difícil al Madrid, ganar si es posible, luchar pelear y demostrar que los vascos son más que nadie, que se lo dicen ellos solitos. 
Si yo fuese aficionado del Athletic club, Dios me libre, les pediría a los jugadores que jugasen siempre así, con ese cuchillo en la boca y esas espuelas en las botas.
El visitante, el Madrid, llegaba imbatido de todo y de goles su buen Navas. A mi me gusta lo de mantener la puerta a cero porque, normalmente, denota que hay equipo y se defiende bien, lo cual es fundamental a la hora de ganar partidos decisivos.
El local ha ido a lo suyo con fuerza, dureza e ímpetu hasta el final. 
El Madrid es un equipo todavía por hacerse y esta clase de partidos contribuyen, principalmente si cuentas con un jugador como Modric, menudo pedazo de pelotero, Kroos mejorando y Kovacic. Benzema marcó estando listo y rápido en ambas ocasiones y el segundo, tras buen desmarque, en jugada de Isco; en medio empató el equipo de Bilbao por un fallo de la defensa que en ocasiones sufrió yendo de un lado para otro y temiendo los remates de cabeza, de los que presumen rematar mejor que Zarra revivido.
Victoria que sabe a buen vino, como casi todas las victorias, en Bilbao donde se come muy bien.
De los árbitros no hablo.

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