lunes, 7 de septiembre de 2015

Los muertos descansen en paz.


Los muertos están muertos, su cuerpo se desintegra con mayor o menor rapidez y vuelve al polvo. Lo que pasa con el alma inmortal es otra cuestión y cuestión de fe.
Hay una frase muy utilizada que es: "Dejad en paz a los muertos".
Una frase de película de gangsters cuando el matón, o asesino, no desea que se menee mucho el asunto y amenaza de forma velada. Es curioso porque los que lo dicen puede que sean creyentes y puede que no, aunque con la muerte próxima aumenta el número de si creo. 
Si uno es creyente, creyente sobre la inmoralidad del alma, parece absurdo que le moleste que se hable de los muertos, ya que sus propias creencia le deben llevar a pensar que poco vale lo que se diga del finado, ese dios en el que dice creer todo lo ve y todo lo sabe.
Y si no se cree en la vida eterna ¿Qué mas da?
Seguramente la frasecita está mal utilizada y a quién habría que dejar en paz es a los vivos, a no ser que tengas causas pendientes con la justicia.
Ha fallecido el señor Ruiz Mateos, creador de un imperio económico que acabó en la cárcel, condenado por un tribunal. Una de las cosas que me llamaba la atención de este señor eran sus referencias religiosas, su proximidad a una prefectura católica influyente, su lenguaje cuando hablaba, su prole, su descendencia fuera del matrimonio y esa sensación que dejaba su comportamiento y maneras, poco dignas de un hombre que dice atesorar creencias de vida eterna. Él sabrá lo que hizo.
La justicia le dejará en paz, a no ser que sus herederos sean responsables. De sus creencias tendrá que responder, sin abogado, sin trucos.

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