viernes, 27 de julio de 2018

Roosevelt, uno de los grandes.

Un mismo apellido, dos versiones. Hubo un presidente,Teddy, para los amigos, y otro presidente FDR, el que más estuvo, o aguanto, hasta palmar de muerte natural, ejerciendo o medio ejerciendo, el cargo. Ambos familiares, medio educados para el puesto, buenas universidades, poderosas influencias, el de ahora Trump nunca fue educado o no lo ha asimilado. El Roosevelt es también un hotel en Hollywood  Blvd, un clásico de 1927, donde los magnates del cine invirtieron pasta gansa.
Se lo dedicaron al presidente que era coronel en la Guerra de Cuba, donde nos hicieron trampas con pretextos democráticos. Allí, en una sala de este hote, fue la primera ceremonia de los Oscars, una cena al fin y al cabo, donde no todo el mundo quería ir, menos de trescientos invitados, supongo que muchos borrachos, como hoy. Enfrente el Teatro Chino y los restos de una época con estrellas en el suelo, estrellas de gente famosa o de Micky Mouse que no existe como tal. La hamburguesa del Roosevelt está bien, el bar está bien y en una pantalla se ven películas en blanco y negro, todo pura nostalgia, sin martinis. Gente fumando ya no se ve, los olores son distintos, el glamour se ha evaporado y queda la cutrez, claro que los sueños deben están en algún lado, en la mente de alguien ¿ dónde? ¿ alguna jovencita a la conquista de la fama? ¿ un guapearas sin escrúpulos?

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