lunes, 1 de abril de 2019

El muro de Mr. Trump, desesperación e ilusión.

El metro en Los Angeles es un medio de transporte rápido, barato, para el que no tiene otra solución, que cubre áreas de gran extensión y siempre hay que andar entre estaciones, porque en esta ciudad se cubren grandes distancias en los cuatro puntos cardinales. 
Cogi el otro dí uno para el downtown, hasta la coqueta Union station. Todos los asientos ocupados. Una señora alrededor de 35 año arrastando una especie de nevera portátil coordinaba venta ilegal de chocolates en barras a un dolar. La que vendía era la hija de alrededor de 10 años y un chaval de unos 7 se reía, siguiendo prudentemente la estela de su hermana. Desconozco la nacionalidad, no les oí hablar, pienso que no eran de Centro América, quizá algún país del este de Europa. No eran orientales, estos se ayudan.
La muchacha vendió varias barras, sin decir palabra de inglés entre las cuatro estaciones que disfruté el viaje. Su cara hablaba por ella, sus ojos expresaban sus sentimientos.Trataba de no mirar a los ojos de los posibles clientes, entre aturdimiento, timidez o miedo. Transmitía tristeza por lo que hacía. No se si estaba o no de acuerdo, sólo obedecía órdenes, tampoco se si había sufrido ya algún encuentro con la ley.
A mi su mirada me inspiraba pena porque parecía avispada, inteligente, prudente y con cierta resignación. Queda la esperanza que salga adelante en esta tierra de oportunidades, que pueda estudiar, superar esta experiencia y sobrevivir sin demasiados traumas. No basta con cruzar el muro y dejar lo del otro lado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario