domingo, 7 de abril de 2019

La desintegración de España.

Esta frase un tanto alarmista, con su fondo, y efectuada en plena campaña electoral, con alguna o toda intención de captar votos, es digna de ser examinada. 
No voy a empezar por preguntarme qué es España, en una nación, la primera como tal en Europa, con más de 500 años, la pregunta no es pertinente. Más interesante es saber como hemos llegado a esto, como los nacionalismos catalán y vasco siguen jugando sus cartas aunque de forma distinta,  como el lavado de cerebro de lenguas y culturas, o la manipulación, surgen efecto, como los políticos que se suponen creen en España se pliegan a los otros y no ponen los límites claros de la ley y la constitución, suceptibles de reformarse en forma debida conforme a la ley y reglas del juego.
El caso es que el PSOE del presidente no es claro y por muy político que sea engañar, todo tiene un límite ¿a quienes envauca o camela? Podemos no ha variado ni ocultado su tendencia inicial, se muestra a la expectativa. Todos estos anteriores, con los separatistas u oportunistas, pueden resultar suficientes.
El caso es que el PP no recupera aunque se renueve en personal, Cs ha encontrado su tope electoral y VOX irrumpe en la escena como una versión de los anteriores con matices que sus enemigos intentan trasladar a otros tiempos, otros lugares, otras gentes. Su líder tiene razón, les atacan con demagogia porque les ven peligrosos. De todas formas es casi la misma distribución de voto, sin evolución, con fantasias de forma, sin fondo. Y es que el fondo debería ser que como sociedad España no se puede desintegrar. A partir de este principio todos los matices, modas, gestos, apariencias y politiqueo que gusten, todos los votos que se consigan por muy vacíos que nos parezcan los candidatos.

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