martes, 16 de abril de 2019

No será el último tango en Paris.

Da una enorme pena ver desaparecer una obra de arte, una tristeza profunda, afortunadamente todo no se ha perdido, las catedrales cuestan muchos años de trabajo, son sólidas, fuertes, no irrompibles, ni eternas, pero Paris volverá a lucir sus mejores galas en esa isla donde nació la ciudad de la luz. De eso no me cabe ninguna duda.
Siempre, desde niño, le tuve mucho cariño a la catedral, con o sin su jorobado, a su barrio, a esta ciudad única de arte, belleza y sueños.
Nos hemos quedado chafados con las imágenes, menos mal que ha aparecido monsieur Macron para anunciar a los franceses y al mundo el plazo, en volver a la vśipera: cinco años y quedará como nueva, niquelada. 
Este hombre, el presidente de todos los franceses, sobrevive en su complicado puesto y tiene una prensa magnífica, soy incapaz de definirle, menos mal que no tengo porqué creer en su política, ese es un tema de los franceses, bastante padezco con los nuestros.
Una pena que el PSG no siga vivo en Champions y jugase en Paris, se vería una expresión del chauvinismo alimentada con los dólares del Golfo. Va Guardiola y anuncia que él no ha venido a ganar la Champions, menos mal. Me recuerda a Macron, no me fio nunca del verbo, pero en su caso sé como y lo que piensa, lo que dice es de relativo valor.

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