domingo, 1 de noviembre de 2020

Cosas veredes amigo Sánchez.

En mis viajes a lo largo y ancho de este mundo...decía el capián Tan. En todo este asunto, largo, tendido, del coronavirus hay palabras que me vienen repetidamente a la cabeza, ignorancia, verdad, manipulación, ocultación, casi siempre por motivos políticos. Al mismo tiempo todo el mundo opina, en cualquier medio como en la calle, incluso de cuestiones científicas que desgraciadamente no están todavía diáfanas. No tengo dudas de la existencia de individuos, o individuas, preparados, con experiencia, conocimientos, para crear un equipo que, con transparencia, de su opinión científica colegiada, factor esencial que luego se debe unir a otras consideraciones en la toma de decisiones. No me cabe en la cabeza porqué no existe en España ese equipo habitual, la descentralización no significa la ausencia de responsabilidades, ni la ineficacia. En ese alboroto, desconcierto, confusión, o cachondeo, aparece una figura menuda, la presidenta de la comunidad de Madrid que no es ni la Generalitat y su complejo espectral de cerebros decimonónicos desfasados, ni la astucia política de la que presume el PNV, con sus alianzas sui generis, ni lo de Navarra ni Andalucia ni Galicia ni Castilla-La Mancha,  un señor simpático de vecino. No es Manuela Malasaña, tan brava, tan jóven, y se ha convertido en azote impertérrito, un tanto egipcio, del gobierno central, mamporreros mediáticos( no se si esta expresión es  adecuada, desconozco si hay mamporreras) incluidos, frustrados y sobre todo frustradas porque es mujer, desespera más para meterse con ella. No la toman en serio, les parece débil, la desprecian. Periodista, asesora de comunicación política, madrileña, marido peluquero que no quiere decir nada, cuesta catalogarla. Desde hace tiempo objetivo número uno de muchos, y muchas, se mantiene impertérrita bajo la máscara obligatoria, cerrando, abriendo, tocando las pelotas del gobierno, qué cosas veredes,

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