viernes, 27 de noviembre de 2020

Un recuerdo para Bond, James Bond.

La cuestión de tener o no armamento nuclear da para mucho, incluso ahora que se nos ha marchado Sean Connery, escocés, el más reconocido de los agente doble cero, con licencia para matar. Siempre opiné que el equilibrio de la Guerra Fría por aquello de las armas de destrucción masiva estaba asegurado, la Alianza, o sea los yankees, fueron entreteniendo en inglés a sus aliados, adaptándose a las circunstancias mientras tenían sus conversaciones bilaterales sobre armamentos, hasta que la URSS fue derrotada sin disparar un tiro, escribiéndose mucho, con buenas películas. Ahora la cuestión es diferente porque Israel si ve como un verdadero peligro lo que se cuece diariamente en Irán, siempre mirando a Persia, incluso piensan que si alguna vez esta república shiita cuenta con armas nucleares su supervivencia estaría seria, muy seriamente comprometida, no es propaganda comunista ni sólo política es hablar en nombre de dios a través de su profeta. Y hay que reconocer que los que se han cargado a la cabeza del programa nuclear iraní, como a otros tres científicos en estos últimos años, no se andan con bromas. Trabajar o hacer el trabajo en el mismo Teherán o sus proximidades requiere infraestructura, preparación, calidad en la ejecución porque las balas no son de fogueo, no voy a decir que son agentes judíos del Mossad eso sólo lo saben los persas, como víctimas, y otros de confianza. Es otro nivel de servicios secretos, discretos, eficaces, con claridad de ideas. La mayoría no son Bond ni llegan a Johnny English.

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