lunes, 9 de noviembre de 2020

Don Pío, todo pasa.

Es opinable, se puede hablar de casi todo o de todo realmente,a mi me apetece hablar de esto que sigue porque de lo de Biden hablan muchos otros. Han cerrado Zalacaín, el restaurant de Madrid que intentaba recuperarse, renovarse, se ha rendido, descanse en paz. Ahí queda lo que fue, sus platos, sus una, dos, tres estrellas, su cocina, estilo, procedimientos, vinos, sus conversaciones, sobre todo las personas, los que integraron el equipo, los clientes que pagaban, había que soltar pasta, sin pasarse en los caldos, si te pasabas era peor. Claro que siempre había estrellas, millonetis, advenedizos o vividores, que venían o vivían en Madrid. El matrimonio navarro, equipo e ideas crearon el restaurant. Zalacaín el aventurero es una novela de Baroja, un buen nombre, comida vasco-navarro con toque, buen toque francés, cultura gastronómica, lo mejor. Una vez soñé que iba invitado a aquel lugar. La calle Alvárez de Baena, un historiador del XVIII, es tranquila, cerca de Pedro de Valdivia que siempre me gustó,  conozco bien la zona, los nervios los disimulaba, chaqueta y corbata. Esperaba encontrar a alguien conocido, famoso como dicen, así fue. Gran servicio, educación, me habían invitado al famoso Reno de Barcelona como al Campo Nou y me resistí a pedir el foie de oca con uvas que el gentil catalán decía que era como Chez Maxim's en Paris. En Zalacaín quería quedarme con hambre, disfrutar, llegar al postre, aquel Rioja. Tenía un defecto el sueño, no todos sueñan, muchos, muchisimos nunca fueron, otros repitieron, eso se paga con algo más que con dinero, cuestión de equilibrio, justicia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario