viernes, 14 de octubre de 2022

Cuelgamuros.

Son dignos de unas palabras aquellos que se jugaron su vida por algo en lo que creían. Son hechos que ocurrieron hace mucho, los he oido desde pequeño, he tenido curiosidad por averiguar datos objetivos, he investigado, he sentido la emoción de preguntarme lo qué yo hubiese hecho,  muchas veces, lleno de miedo sobre la vida en esos años del 31 al 36, no me atrevo a juzgar, me parece que no aprendemos.Al mismo tiempo, intento ser ecuánime aunque conocí/conozco personas de la familia Primo de Rivera, gente bien educada, que merecen un poco de atención; mi padrino fue uno de los albaceas de José Antonio, juzgado por un tribunal popular, condenado, por rebelión militar y sedición cuando llevaba en la cárcel desde marzo 36, ejecutado por un pelotón de fusilamiento en noviembre 36, con visto bueno del gobierno de la república, a los 33 años, por lo que representaba, no pudo realmente poner en práctica sus ideas. En esos días poco contaba una vida, ni la justicia intentaba ser justa sobre todo desde la llegada del Frente Popular. Su testamento lo leí muchas veces, en casa había una copia, me parecía muy honesto, me ponía en la piel de alguien que sabía su muerte cercana, sereno. Mi padre era falangista joven, del principio, cuando ibamos a la Sacramental de Santa María depositaba una rosa en la tumba del estudiante Matías Montero muy cercana a la de mi abuelo. Mi padre estuvo en el Cuartel de La Montaña, 21 años, allí les reunieron,allí es el único momento de su vida que pensó que si moría sabía bien porqué,  porque Moscú, los soviets controlaban a la república en su experimento; no murió entonces empezó su odisea. Se escapó tras la matanza o durante, le cogieron más tarde. Luego vino La Modelo, con el incendio famoso, las ametralladoras, la cara de Sandoval y los ilustres ajusticiados, escape y otra vez detenido; San Antón, condena a muerte 30 noviembre 36,  traslado frustrado a Paracuellos; Porlier y dos años de cárceles con mas de doscientas páginas en la Causa General de otro tribunal popular el número 2, no sabía bien porqué no había muerto entonces en tantas ocasiones propicias, Madrid de julio a diciembre era una lotería. José Antonio si sabía que le iban a matar, con el se acaba su proyecto que nunca sabremos como hubiese acabado, en su testamento dice: "Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles".  Era un noble deseo al cual no se le presta mucha atención. La cláusula primera de ese mismo testamento dice:"Deseo ser enterrado conforme al rito de la Religión Católica, Apostólica, Romana que profeso en tierra bendita y bajo el amparo de la Santa Cruz". Su cuerpo ha sido llevado de un lado para otro varias veces ahora sale de Cuelgamuros, un nombre muy adecuado, porque se convertirá en cementerio civil. Luego mandamos muchos RIP o DEP o emoticonos o publicamos esquelas pero no dejamos descansar a los muertos. Grave error. Hay que obedecer las leyes aunque José Antonio nunca pidió lo de Cuelgamuros, también debe obedecer Titán y no desfilar nunca más.

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