Estoy leyendo un libro este verano que conseguí hace tiempo, es un tocho gordo, para algunos un clásico , se titula The First Team, el autor John Landstrom. Me pareció que estando tan cerca del inmenso escenario del Pacífico debía leerlo ya, una vergonzosa elección en la paz veraniega que disfrutamos porque muere gente. Es aviación naval pura desde el ataque a Pearl Harbour hasta Midway, con muchos detalles. Es el fruto de investigar, hablar en su momento con muchos de los participantes en ambos bandos, los pilotos. Pienso que a un aviador naval le gusta leerlo. Todavía no he llegado a la traca final de Midway, los gringos están recomponiendo y mimando sus tres portaaviones y atacando lo que pueden, sientes las angustias de los pilotos, las miradas al indicador de combustible, las tomas diurnas y algunas nocturnas sin quererlo, el fuego amigo, el combate, las horas en el cockpit, los controladores, la tecnología existente, las costumbres, la mala mar, el calor, los errores fatales, la mala suerte, los muertos en combate, los desaparecidos , los derribos asegurados, los fallos, errores y la fortuna. Desde luego los tiempos han cambiado en USA, en el mundo. Hoy leía que Sleepy Joe ha nombrado candidata a Jefe de Operaciones Navales, es decir de la US Navy, al cuatro estrellas Franchetti, primera mujer. He leído su cv que no es muy diferente a otros candidatos en el pasado y además era deputy en la actualidad. Recuerdo mi examen para volar solo en USA , no conseguía un instructor , todos fallaban, ocupados, pasaban las horas, se ponía el sol, el oficial de guardia era un lieutenant embarazado, piloto de P-3 Orion que conocía a un amigo español de Rota, Mario Baltasar, y me dijo si quería volar con un USMC captain llamado Johnson, alias Honolulu, NATOPS officer, que ese mes aparecía en la portada de Aviation News haciendo un loop con un Blue Angel. Me preguntó tantas cosas, estaba tan nervioso, todo lo hice mal, hasta el viento cambió, ellos si sabían lo que hacían, había instructores combatientes en Vietnam. Ese año finales de los setenta está casi equidistante del comienzo del libro y ahora. Ya de noche de regreso, después de volar, a casa sonaba Kodachrome de Paul Simon, eterno.
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