El amor es loco o hay amores locos, no estoy seguro, porque hasta estos parajes llega la aventura de Tamara; tampoco sé si es un buen nombre para una marca de chocolates, quizá si. Sol, playas, invierno suave, poco viento, gente amable y chocolate, también hay chocolate en Byron Bay. El chocolate en casa, de niño, era Elgorriaga, La campana para más señas, como día extraordinario una chocolatina Nestlé, luego llegó el Crunch y 25 años de paz. A mi me gustaba un Suchard con avellanas y otro más negro de un ultramarinos de Lagasca. Los bombones Uñas, los de Trapa para mi madre. Luego descubrí cosas exóticas en Melilla que no había en la península, artículos chocolateros del extranjero o nos traían cosas inglesas de Portugal tan lejos tan cerca. En Bélgica donde se consideran inventores del praliné y los mejores chocolatiers del mundo me dieron clases que dejaban a Leónidas muy atrás, cada belga gustaba de uno distinto Marcolini, Neuhaus, Godiva, Galler de estupendas lenguas de gato. Yo tenía localizada una pequeña tienda Passion Chocolat de 1998 en el Woluvé Saint-Pierre cuyo nombre lo dice todo. Y luego Byron Bay con el suyo propio "Loco Love" que no es barato, denso, no con el 99% de cacao que siempre me gustó, sabores muy distintos y sin embargo son muy buenos. Ya lo decía Forrest Gump que se llamaba Forrest Gump y todo el mundo le llamaba Forrest Gump, la vida es como una caja de chocolates nunca sabes lo que te va a tocar. Quizá por eso yo me limito al chocolate negro aunque las cajas rojas de Nestlé siempre dan buen resultado, curioso cuando mi color es el blanco.
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