viernes, 4 de abril de 2014

Decía Supertramp: Crisis, what crisis?

Me gustaba la música de estos británicos, me gusta todavía, y los títulos de sus LPs llamaban mi atención, quizás porque tuviesen razón. 
Comprendo que dar noticias todos los días es difícil y que el llamado periodista, cualquiera que estudie esa carrera se lo llama, sólo argumenta que su deber es informar y claro esta no hay mejor noticia que una crisis, hablar de una crisis, de un problema, cambio o mutación. Y los periodistas, ya se sabe, se limitan a informar y ¡ Ay de aquel maldito que les lleve la contraria!
Puede ser crisis política, económica, futbolera,  institucional de valores, personal o de cualquier campo de la actividad humana, crisis de la naturaleza o crisis mundial ¿qué más da? ¿No es acaso la vida una crisis continúa? ¿Qué tiene de malo si salimos evolucionando a algo mejor, si mejoramos?¿Tenemos miedo a la crisis o es que tememos la muerte y el fin?
Lo cierto es que la palabra crisis nos asusta. 
Y deberíamos ser menos asustadizos. El mundo se ha caído en fechas próximas por una invasión en Crimea, una avión desaparecido por arte de magia en el Índico, un desempleo que no baja, una recuperación que no llega, un libro en España que habla de comportamientos antes del 23F, una elecciones en Francia y gracias a que el Papa no le ha repetido a Isabel II que lo de las islas Malvinas es una usurpación. Cualquier cosa sube la temperatura del enfermo que es un ser vivo con sus altibajos hasta que sucumbe y entonces ¿Qué? 
Si pensásemos de vez en cuando en una muerte súbita y repentina, sin tiempo a rectificar, quizás daríamos a las crisis la importancia real que tienen y simplemente procuraríamos avanzar hacia un mundo mejor, con sus crisis y todo.

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