sábado, 12 de abril de 2014

La muerte llega pronto.

A veces, no se cuantas sucede, alguien joven ( ¿Qué es ser joven? Está por definir o tiene márgenes muy amplios) muere de repente. Otros lo hacen en lo que llaman plenitud de la vida, que tampoco está muy claro, porque desconozco cuando se alcanza la plenitud, si se alcanza; no es como coronar el Alpe d' huez en una contrarreloj. 
El caso es que ocurre y ciertas tragedias de ese tipo ocurren en la misma familia o se repiten de generación en generación y le llaman maldición. Y es que la muerte se ve como una maldición.
En la película de Scorsese, no exactamente en el libro de Kazantzakis, los Zelotes acaban por asesinar a Lázaro y muere por segunda vez apuñalado. Al parecer por ser un testigo incómodo, por razones políticas. Pero Lázaro no contaba mucho, prácticamente nada. 
Cuando le preguntan que ha visto  ¿Cómo es la muerte? Su respuesta es que lo mismo que la vida, no aprecia la diferencia y puede que fuese así o que no recordase mucho.
Los recuerdos, la interpretación de las imágenes, son los componentes de nuestras opiniones, de nuestras visiones que con nuestra forma de explicarnos constituyen nuestra declaración de los hechos. Lázaro debía estar despistado, porque si un desmayo te deja atontado hay que ver lo que será volver al mundo de los vivos después de cuatro días muerto. Cuando se lo contaron a Tomás, por su forma de ser fue uno de los que propuso ir a ver que pasaba y luego llegó tarde y le costó creer lo increíble. Porque él no vivía de recuerdos confusos o imágenes distorsionadas, como casi todos, sólo creía lo que veía con sus propios ojos y aún así. Es que creer que alguien resucita muertos y se resucita a si mismo de entre los muertos es muy fuerte  ¿Y si es cierto? Bueno si es la verdad significa que ese sujeto es Dios, omnipotente, y entonces la muerte está vencida y todo tiene otra perspectiva.

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