domingo, 3 de agosto de 2014

Las infinitas sombras de Grey que nos rodean.

Ni en el cine ni en los libros percibimos los olores, casi todo lo dejamos a la imaginación de unos y de otros que ayuda a la nuestra y no hay nada que atraiga tanto como la imaginación erótica, si esta imaginación da dinero a su autora y amplia el negocio, pues supongo que habrá que darle la bienvenida por el paro. 
El libro se las sombras se vendió muy bien porque las sombras nunca se pueden meter en una frasco, como los perfumes.
Por fin llega a película con toda su propaganda y la aventura de hacer mucho dinero en otro instinto básico y me imagino que atraerá a muchos, desde el trailer a la propaganda del boca boca, la curiosidad y ver como ponen lo de siempre, nada nuevo  bajo este sol de canícula pero a la vez más viejo que el Canalillo. No creo que ninguna posición o artilugio sean originales.
Ese libro ha arrastrado muchos lectores o lectoras no lo se, la película Histoire d'O basada en un libro escrito por una mujer también, tuvo su éxito y un final feliz para que se pensase que eso del sexo no es tan fiero como lo pintan y que al final de la escapada erótica como no haya algo añadido se queda en un mal o buen polvo y hay que iniciarse otra vez. E iniciarse cuesta, al hombre porque no da la talla a la mujer porque se cansa.
Lo cierto es que lo del sexo es una puñetería. Por un lado es casi fundamental, hoy en día, para procrear. Esta ahí, huele y duele, es primario y animal, sencillo y complicado, vuelve loco a muchos/as, cambia a personajes sensatos, produce crisis, es malo tenerlo encerrado com un perfume, sin usar e imaginarse cosas increíbles y puede producir infinitas frustraciones, como las sombras, que luego salen a la luz. 
Los sabios de Grecia y Roma lo tenían claro y le daban la justa importancia, el justo valor, sin mitos, al fin y al cabo sus sombras olían en medio del calor de sus ciudades sin aire acondicionado ni Viagra ni operaciones de cirugía estética. A pelo como los indios.

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