Es un hecho cierto el progreso del idioma español, del castellano en los USA.
Lo es por su proximidad geográfica a México, Centro América y al resto del continente por el sur. Hay mucho emigrante, legal o ilegal, necesario para hacer las labores que no desean cumplimentar los blancos gringos. Lo es porque son más prolíficos los chicanos, porque no tienen nada que perder, porque huyen de una situación peor y sueñan. Y claro es el segundo idioma en los EEUU con sus giros y matices.
Sus animales políticos, asesorados o intuitivos, tienen que decir alguna frase o palabra en español que capte votos. Incluso en Hollywood, sus productores y guionistas, se dieron cuenta de que Stallone tendría que hacer un esfuerzo de pronunciación, al fin y al cabo en inglés tampoco se le entiende.
Aquí los medios lo resaltan con orgullo. Bueno ya veremos. Orgullosos hay que estar de aquellos que sin nada que perder, y algo que ganar hicieron, como los chicanos de ahora hace más de 500 años y se fueron a esas tierras, recién descubiertas para los europeos, en busca de El Dorado o al menos del pan nuestro de cada día. Y continuaron haciéndolo durante siglos. En realidad con mérito y también por pura necesidad, como se hacen de verdad las cosas que valen la pena.
No era una cuestión de promesas electorales, de esas que tanto abundan, que te dicen lo que quieres oír y nunca como van a hacerlo. El ciudadano de a pié, el que no roba, sólo quiere justicia, trabajo y paz. Tiene gustos sencillos. Los españoles está bien que nos sintamos orgullosos de nuestra lengua, es justo y enriquecedor, pero también deberíamos preguntarnos por nuestro fonfo y nuestras formas, educación, métodos, nuestra preparación, nuestra dedicación, nuestra fuerza de voluntad, nuestro esfuerzo, nuestra reflexión diaria sobre lo que hacemos para que no tengamos que vernos en la situación de buscar en otros lugares lo básico. No creer lo que dicen los políticos sin explicarlo debidamente.
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