domingo, 10 de agosto de 2014

Las edades de la Muerte.

En el tenis lo llamaron muerte súbita para resolver esos partidos interminables, claro que es sólo una mala traducción o un drama para impresionar porque la muerte impresiona pero no soluciona. 
A veces llega como una sorpresa, cuando todavía no te has reconciliado con tu prójimo, con aquel que te ha acompañado de por vida. Nunca sabes cuando te vas a morir, la mayoría se resiste y pocos lo hacen con naturalidad o con la solemnidad de D'Artagnan. Lo de poder despedirse es un detalle a agradecer.
No tenemos bien controlada la cultura de la muerte, nos da miedo, como todo lo desconocido, aunque tampoco aplicamos una buena lógica. Sí encuentro razonable el temor al sufrimiento físico y la forma, al dolor y la angustia, disculpo la falta de humor en esos casos que se reserva a los pocos genios que en el mundo han sido. 
De pronto lees la noticia de que los ocupantes de un avión murieron en un segundo. En una película de romanos a uno le dan la muerte del soldado, un privilegio, y en otra de gangsters, el especialista le clava un cuchillo en el corazón a la víctima especial, porque sabe donde está, y no sufre nada.
La Nada no es nada, al parecer.
Si no creemos en NADA, si no hay NADA detrás del último suspiro ¿Cual es la preocupación?
Si creemos en "otra vida" supongo que lo hacemos con una conciencia y reglas morales o ¿lo hacemos a la carta?
Quizás nuestras penurias sean sólo producto de la incoherencia, tan humana,tan patética, compañera de viaje en este siglo XXI.
El señor Erdogan ya es presidente de Turquía, un Ataturk islámico que habla de lo suyo y presume de coherencia porque su método consiste en imponer lo que piensa, seguramente no le tendrá miedo a la muerte, como no lo tienen los yihadistas del polvorín de Irak, por muchas bombas de precisión que les caigan. Mientras haya luchadores llegará un momento que las bombas no servirán ¿Alguien va a hacer otra cosa diferente?

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