jueves, 8 de febrero de 2018

Nazareth, el comienzo. Tabor la montaña

Amanece pronto en Tierra Santa, la ciudad de Nazareth no es más hermosa de día.
Cuesta imaginarse una aldea de doscientos habitantes, sin trabajo y con un pozo para sacar agua. Lo que queda de ese 748 de la fundación de Roma es muy poco. En esa época se resumía a una pequeña superficie, donde las casas eran casi grutas y se aprovechaba la roca. Poco había que hacer. De aquellos tiempos hay un espacio donde el ángel Gabriel se apareció a la joven María. Algo tiene esa cavidad en los bajos de la basílica. La zona de la casa de José el carpintero quedaba muy cerca y El Niño debía de hacer sus travesuras en pocos metros. Cercana también está la antigua sinagoga donde su padre le llevaba, ya que era quien le enseñaba. Todo era pequeño y sencillo.
Los primeros cristianos convivieron con los judíos, luego bizantinos, la llegada de los persas, las Cruzadas, los franciscanos y nos plantamos en el siglo XX. Hay muchas capas de restos arqueológicos, hasta llegar a la original que despierta nuestra curiosidad.
En Cana de Galilea, hay una tinaja de la época de las bodas y son de piedra, porque eran para el agua de las abluciones, los ricos las tenían de ese tamaño, moverlas un número.
Si se pudiesen eliminar casi todas las construcciones, y el tráfico de coches/ buses, el paisaje al monte sagrado sería precioso. Aún así el monte, su vista, es espléndida. Así es como le llamaban y todos sabían su nombre. Le conocemos como Tabor y lo que allí ocurrió sólo tuvo tres testigos. El monte siempre fue santo para cualquier religión y continúa .
Buscas restos de un tiempo que no preocupa ni a judíos ni musulmanes, los que ahora son mayoría.
Nadie es profeta en su tierra.

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