jueves, 23 de agosto de 2018

Amor de madre, Reyes Magos y un tren eléctrico.

Hay un mundo fascinante delante de nosotros mismos y es el mundo de los pequeños, ¿ de los inocentes? porque en el momento que dejan, dejamos, de serlo nos introducimos en otra dimensión. Quizá sea la pureza, la inocencia o la inconsciencia, lo que marca la barrera. ¿Se puede establecer una edad, un límite? Complicado. Lo que seguramente es cierto es que un bebé (que ya no quiere ser bebé sino mayor), que va a un kinder, es un tipo inocente. 
Desde luego sabe lo que le gusta y lo que no, habla y a veces en varios idiomas, incluido el suyo propio; llama a las cosas como le parece oír, entiende de sabores, aspectos, smartphones o ipads, conoce el miedo y le atrae, tiene sus héroes ante todo, quiere una luz encendida para dormir y no se cómo coño lo hacen, pero importa más el tono que aquello que se diga, en el idioma que sea. En esto de las lenguas lo de "lengua materna" está muy bien dicho, porque no hay nada como una madre o pocas cosas que yo recuerde. Seguramente lo que nos sucede el resto de nuestra vida tiene una importante conexión con esos años de inocencia proque empezamos a interpretar todo con esa percepción. 
A mi cuando me dijeron que los Reyes Magos eran los padres, unos compañeros de andanzas de mi edad, me hicieron polvo. A mis diez años, creo recordar, descubrí algo que me negaba a aceptar y así me he pasado toda mi vida. Buscando explicaciones. La de los magos era obvia porque encontré la evidencia en un armario de la casa de un vecino amigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario