sábado, 30 de mayo de 2020

Había una vez otro circo.

De pequeño, que no se bien cuando acaba ese periodo de la vida, me llevaron mucho al circo Price, en la plaza del Rey, antes había merienda o tomar algo en una cafetería. El olor a serrín o fieras no se me puede olvidar, ni las patatas fritas ni la Coca-Cola. Los años sesenta están llenos de genios, los mejores del mundo para hacer reir a niños y mayores. Allí estaban los payasos, una profesión de alegría llena de tristezas, todo se ocultaba detrás de las bromas y el maquillaje, bofetadas sonoras, hoy tendrían que llevar mascarilla si hubiese payasos. Ser payaso me parecía una profesión muy digna, aunque yo no era gracioso. He visto a los mejores, Rivel, hermanos Tonetti, Nabucodonosor, Zampabollos, Pompoff, Tedy, todos siempre acababan con una acordeón, saxo, violín, cantando algo, lo cual ya no me parecía tan genial. El circo parecía una familia, nada era lo que parecía. 
Una vez un  americano me dijo en inglés, en circunstancias que no quiero concretar: " Esto no es como un circo...es un circo, Traedme a los payasos". 
Al ver las actuaciones de los políticos ¿quién se salva realmente? Unos son más esperpénticos que otros, desde luego, más falsos, sibilinos, sin escrúpulos, mienten más fácilmente, pero por orden de escalafón PSOE, PP, UP, VoX, Cs, nacionalistas, independentistas, amigos de terroristas, regionalistas, etc..¿Quién se salva? Incluyo a ellos y ellas. Si llegase un ángel exterminador como en Sodoma, aunque bajase el nivel para salvar  la ciudad junto a Gomorra, sería complicado encontrar un político,  o política, justo, equilibrado, preparado, necesario, digno, al menos entre los que diariamente nos fustigan con sus estupideces, lecciones, consejos, o acciones en forma de decreto ley.

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