sábado, 9 de mayo de 2020

Victoria, nombre de mujer.

El libro que leo ahora se llama "The pursuit of victory", es decir una búsqueda, persecución, caza, seguramente es un título que dejó al autor y editorial tan contentos. Es un libro de un británico Roger Knight, profesor historiador, despierta la suspicacia de un amigo que siempre, por principio, pone lo que viene de los historiadores de las islas en un sano entredicho. No le falta razón porque son bastante hijos de su inocente madre, hay que andarse con cuidado, les cuesta mucho ser imparciales, aunque presuman de ello, el dominio de su lengua les permite encontrar palabras, expresiones no desfavorables a sus propósitos. Lo que me ha hecho reflexionar no es si lo que cuenta se aproxima a la verdad o cuanto, hasta las cartas, partes de guerra, informes, documentos aportados pueden no ser parciales, sino ese afán por la victoria. Su especialidad es el siglo XVIII que me atrae como cualquier otro, aunque en un cierto aspecto me atrae mucho, el agua era más azul, ahí se jugaba el futuro. El título habla de una búsqueda y una victoria, es esto lo que me atrae. Si de pronto te fijas la victoria como objetivo significa que vences en una competición o en una lucha, supongo que si compites es por ganar. Al mismo tiempo, fruto del confinamiento o las elucubraciones filosóficas me ha dado por pensar que eso de perseguir la victoria no es muy cristiano, digamos versión católica, que Cristo nunca hablo de eso, de perseguir la victoria, excepto del mal que acecha. A lo mejor a los hispanos nos ha lastrado esa interferencia, siempre acompañados del clérigo que fiscalizase nuestras conquistas o relaciones con los nativos. En el libro salen clérigos, practican sus oficios, no se inmiscuyen con las decisiones sobre la victoria que se persigue.

1 comentario:

  1. Si es verdad que han sido un poco intrusivos, pero lo importante es que han cumplido con una misión evangélica desde hace más de 2000 años, y aún hoy la siguen cumpliendo con mejor o peor criterio. El Espíritu Santo sopla a veces en unos y no en otros. Si no hubiera habido un mensaje modulador del sentido de las victorias, cuántas más atrocidades no hubiéramos cometidos movidos por nuestros instintos de supremacía y supervivencia?

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