Tierra de Paris. Pista Philippe Chatrier, Paris, ciudad de la luz, eterna, hermosa como una bellísima mujer, además chic y revolucionaria, pocas cosas hay tan espectaculares en el mundo. En la pista central de Roland Garros Alcáraz, Carlitos para los amigos, juega contra Djokovic, un serbio, duro, muy bueno, que me cae gordo de siempre y el más complicado rival sin Rafa disponible. Primer set gran nivel del serbio que bota y bota demasiado la pelotita como si me hipnotizase, debe ser la hora de la siesta. Djokovic ha jugado muy bien, sufriendo, desesperado a veces, pocos errores. Alcaraz sigue con su aprendizaje, cosas extraordinarias, errores absurdos, fuerza bruta excesiva en ocasiones, de energía, necesidad de controlar. Ví el rostro del serbio, preocupado, porque jugaba a buen nivel, se lo habían merendado en el segundo set, se le veía al límite. Para mis adentros pensaba que al final ganaríamos. No llegamos. De pronto ocurre lo imprevisto en el comienzo del cuarto set, la lesión, el drama, la vida misma. Es el deporte es lo que es, hay que aceptarlo, de todo se aprende. Una maldita lesión, me recordaba al Cincinatti Kid sin poker en una pista de tenis ¿ Cómo has hecho todo lo bueno que has hecho, Carlitos? Juventud, divino tesoro,¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro y a veces lloro sin querer. La victoria pertenece a los más tenaces dicen en Roland Garros.
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