Llego a casa, paseo al mediodía me dan la noticia. Nunca he sentido tanto que la vida profesional, como futbolista, de un jugador del Madrid se acabase en su lógico humano final. La mente me lleva a Glasgow a 2007, diciembre, esas amistades de Bruxelles, un francés con el que hablaba de fútbol me había hablado de un futbolista excepcional, como cuando te hablaban de una mujer espectacular única, antes del #MeToo o Montero.& Cía. Jugaba fase de grupos contra el Rangers, los franceses llevaban tiempo produciendo buenos jugadores y los escoceses solían ser duros en su campo. Ganó el Olympic 0-3, con dos goles fulminantes de su número 10. Todo lo hacía bien al ataque del medio campo hacia arriba tenía 19 años, inteligencia futbolística natural. Al francés le di las gracias, le comenté que tenía un gusto exquisito, le volví a preguntar la edad. Yo estaba impresionado, faltaba por saber su comportamiento con otro rival mejor, otro escenario, lo de siempre. El francés con una cerveza me dijo que ya era figura desde los 17 años en Lyon y muchos le querían. Curioso que en octavos, el United de entonces las pasó mal contra Olympic y Ferguson puso sus ojos en el francés. Como siempre había buenos jugadores de fútbol, promesas, jóvenes y consagrados, pero en esos tiempos no acababan en Madrid, afortunadamente Monsieur Hadif, su padre, tuvo mucho que ver en el momento decisivo. El resto es historia , incluso los comentarios de expertos periodistas, o vecinos de asiento en Chamartín, que me hacen dudar seriamente de lo que sabe, ve o asimila el personal. Karin Mustafá se nos va. Merci beaucoup, monsieur.
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