Me enseñaron que la palabra religión viene del latin religio que significa algo así como un vínculo, en este caso entre el hombre y el ser superior en el cual cree. Una persona que conozco desde hace más de tropecientos años, aunque una vez más se demuestra que nadie conoce a nadie, me dice haciendo alusión a mis creencias religiosas que yo no soy muy creyente. Me lo dice el trueno vestido de nazareno de los versos del poeta ya que esta persona ahora es un hombre de presencia y ritos. Me di cuenta que no me conoce en absoluto, lo curioso que resulta la imágen que damos. Como habla mucho, no quise interrumpirle, ni intentar explicarme ya que me da un poco de reparo exponer mis relaciones personales. Me puse a pensar lo que le diría si sirviese para algo. No para de hablar de personas no de ideas, siempre se justifica. No para de hablar de los errores que puedan haber cometido responsables, sobre todo políticos, personajes conocidos, católicos o no en todo el mundo, que nos han llevado a la situación actual. Pienso que en toda la historia de la era cristiana desde el siglo I DC, el personaje que a mi me llena es un hebreo llamado Saulo de Tarso, que puede que no escribiese todas sus 13 cartas o epístolas donde están sus ideas y creencias, lo más antiguo escrito del Nuevo Testamento y que dejó una huella imborrable. Siempre he envidiado a Pablo. por múltiples razones. Hay dos enormes diferencias entre Pablo y yo ¿sólo dos?. Una, no recibí educación judía por un rabino extarordinario ni mi familia era judía. Dos, tampoco me tiraron de un caballo, dejándome ciego allá por Damasco ni escuche una voz que me preguntaba ¿ Por qué me persigues? Si hubiese sido así probablemente hubiese respondido Señor ¿ quién vienes siendo? Mi vida hubiese sido otra ya sin ningún pretexto. Pablo un fichaje definitivo.
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