martes, 17 de octubre de 2023

Un desayuno.

No se si una demostración palpable de lo inútil de ciertas pretensiones son los resultados, no sé si es suficiente. Me imaginaba una España,una película imaginaria, donde su Constitución fuese como el consenso que  se logró en 1978, no perfecta pero que funcionaba razonablemente para convivir ocupándonos de otros problemas. Es decir, en ese mundo imaginario, las autonomías querían más autonomía aunque entendían al conjunto, el mundo en el que vivían, incluida la Desunión Europea; los no independentistas muy minoría eran comprensivos con los deseos de una inmensa mayoría como mi sueño de ver a Magic, Jabbar, Bird, juntos en el Madrid de basket. Todos eramos más o menos comprensivos, cedíamos, no nos dedicábamos a imponer unos muy pocos, sus deseos, a unos muchos. Seguía habiendo mala tele, programas del corazón, parásitos y caraduras, incluso puede que el Madrid ganase una Copa de Europa de vez en cuando ¿ de qué nos ocuparíamos entonces? Quizá de conseguir que España no dependiese sólo del turismo, ocio y hostelería, quizá el agua se distribuyese entre todos, quizá mejoraríamos en la educación, en cultura, quizá seríamos la envidia del mundo. ¿O nos inventaríamos otras cuestiones porque la condición humana es limitada?.

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