viernes, 4 de octubre de 2013

Al final en Los Angeles.

Había un episodio genial del programa de televisión de Lucille Ball en los cincuenta, donde el matrimonio y sus vecinos se iban de New York a L.A. para que Ricky Ricardo participase en una peli, se convirtiese en una movie star. Llegaban en descapotable, por unas autopistas inmensas. Ahora siguen las autopistas, pero hay más tráfico.
Entonces parecía que había mucha gente, nada comparado con lo de ahora; pequeñeces comparado con los habitantes del futuro.
La llegada en avión al Tom Bradley no tiene glamour. Las colas en pasaportes y aduana son considerables. Te hacen las preguntas típicas que supongo todo el mundo responde de la misma manera.
Es increíble el número de razas, vestidos, peinados, que te encuentras. Probablemente es uno de esos sitios donde más mezclas hay. Y en medio de esas combinaciones, lo hispano predomina. Es el idioma que despierta mayores simpatías. Si preguntas algo, y pueden, te contestan en español con sumo placer.
Te sorprenden las letras de Hollywood, las palmeras largas cual quijotes, el calor húmedo, las distancias y la belleza distinta de algunos edificios combinada con el pragmatismo más feroz.
Mientras sigue siendo la ciudad de los sueños para los que quieren introducirse en el ambiente, en la industria del cine. Se hacen pelis en otras partes del mundo, sin duda; pero aquí es diferente. Casi todo gira alrededor del mundo del cine, y te puedes encontrar a cualquier famoso en cualquier sitio. Puede que no le reconozcas, que te sorprenda porque luce otro peinado, viste muy informal, lleva gafas de sol y hasta parece normal.
Las huellas de Chaplin o Wells, de esos jóvenes que vinieron a comerse el mundo y lo devoraron estan presentes. Siempre queda la esperanza de que otro genio aparezca en Sunset como Billy Wilder o tenga un parche en el ojo como Ford y vea más que nadie.
Algo que nunca puede guardarse en una botella, encerrado, es un genio; por lo tanto puede aparecer en cualquier momento y dejarnos una historia que contar al mundo en una sala oscura. La magia del cine.

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